sábado, 26 de junio de 2010

Una respuesta diferente


Caminaba por los jardines del Monasterio. Amenazaba lluvia. La verdad es que apetecía un poco de frescor después del intenso día de calor.
- Le veo meditabundo. ¿Se encuentra bien?
Di media vuelta y vi al Carmelita, sonriente.
- Me pregunto- contesté centrado en mis ideas-, si la mente es un obstáculo para la meditación y el crecimiento personal.
- No sé porque, pero esperaba una pregunta así- respondió.- ¡Mire usted! Una referencia interesante puede ser la siguiente: el conocimiento de uno mismo se presenta de manera clara y precisa como potencial para el desarrollo de las capacidades superiores. El principio fundamental es que la llamada mente pensante, no tiene porque ser un obstáculo para la realización espiritual. Es más, cuando la mente va tornándose creativa, sensible y receptiva, la persona va creciendo en el aspecto emocional y afectivo; puede ser una herramienta adecuada para desarrollar aquellas respuestas lúcidas que informan y transforman. ¿Es posible dar un contenido nuevo a la acción cotidiana? Es factible confiar en una posibilidad de cambio personal. Tan solo, con ejercitar las alternativas cotidianas se puede encontrar nuevos estímulos. ¿Dar el impulso genuino de uno mismo? El dilema es concreto: hay una estructura interior en cada persona, mental y emocional, que de alguna manera ocupa parte de su conciencia. Creada esa condición, posiblemente, por respuestas generacionales y educativas, no bien diferenciadas, se puede llegar lejos en la concepción de las ideas nuevas. Es verdad que orar es purificar el contenido interior de una persona. Pero también es cierto que desde ese estado de conciencia, las preguntas surgen ante el imperativo de encontrar el sentido de una vida guiada por el poder de lo Superior. Y para que suceda tal acción, hay que acallar el estrépito interior. De no ser así, las distracciones confundirán el entendimiento.
Es común a todas las culturas querer saborear ese impulso renovador de una secuencia trascendente capaz de revelar los misterios arcanos de un Universo, cada vez, más cercano.

La falta de contenidos, lo superficial, la ausencia de compromiso; la rutina, apaga esa tendencia a compartir, a reír, a ser naturales. No puede haber conformidad con maneras de ser obsoletas, Es necesario el diálogo, la participación de los grupos, la individualidad de cada persona. Bienvenidas las buenas preguntas y esa discusión que cuestiona, que exige evidencia. No se puede ser persona de primera o segunda clase. Sólo personas. Es necesario romper viejos defectos de conducta y sustituirlos por verdades nuevas. Fuera esas limitaciones, sin sentido actual, que erosionan el desarrollo de una persona. Adelante el sentimiento que bulle en el interior, en el corazón y que habla de la verdadera transformación. La oración disminuye el egocentrismo e invita a la trascendencia. Relaja el cuerpo, aquieta la mente y busca respuestas diferentes a una misma situación. No son sólo los estímulos los que condicionan la vida sino la respuesta a ellos, una respuesta diferente.
Ilustración: Orden del desorden(sergio).