martes, 7 de septiembre de 2010

Tómese tiempo, no hay prisa


-Venga, sientese a mi lado- ordenó, más que pidió, el Carmelita Descalzo-. ¡Escuche!: el secreto de la oración es la entrega a nuestro Creador. Es la renovación de la conciencia de ser, la ciencia infusa del espíritu que transforma nuestra manera de estar y de percibir aquello que es invisible para la mayoría de la gente. Busque un lugar tranquilo y todos los días a la misma hora abra su interioridad a la LUZ. No haga ni diga nada. dejese estar, sin pensar; permita que la ENERGÍA se revele. Tómese tiempo, no hay prisa. Evite imaginar paraísos irreales; tenga por seguro que vendrán a tentarlo. Sea ascético, poco emocional. Permita que surja el amor sin objeto, la entrega incondicional a una propia realidad espiritual. ¿Es difícil de entender? ¡No quiera comprender! ¡Vivencie lo que digo y entenderá que se sabe más no sabiendo!
No me mire así, hombre. ¡Ande, vamos al huerto que le invito a comer una manzana!
Foto: sergio.