domingo, 15 de agosto de 2010

Escucharse a sí mismos


Le veía al Carmelita un tanto tenso, como inquieto por algo.
-¿Sabe que sucede?- preguntó de pronto.
-¿A que se refiere?
- A la falta de compromiso, a la rutina de ser siempre iguales. No puedo tener conformidad con una personalidad obsoleta.
Necesito el diálogo abierto, el olvido de actitudes rígidas Deseo escuchar buenas preguntas y participar en una discusión que cuestiona, que exige evidencia. Gracias al cielo, tenemos la oración que disminuye el ego, que invita a la comprensión, que busca respuestas diferentes a una misma pregunta. No son los estímulos los que condicionan la vida sino nuestra respuesta a ellos.
-¿Qué se puede hacer?
- Mire usted, no hay "recetas". ¿Siente usted, a veces, como un fuego interior que quema su apatía?
-A veces...
- ¡Siéntalo con mayor frecuencia! Permita que ese fuego queme sus pequeñeces, qué destruya su soberbia. ¿Qué es usted: águila o lombriz?
Venga- con su mano agarró mi brazo sin esperar mi respuesta- , vamos a pasear. Mire como cae el sol... Usted es grande, todos lo somos. ¿Lo sabemos, acaso? Vamos a orar en el silencio de la tarde, bajo ese pino centenario.- Pidamos por otras personas, por el mundo, por quienes amamos, por esas personas que necesitan saber lo grandes que pueden ser, si se escuchan a sí mismas.
¿Qué...? ¿Se anima a escuchar?
Foto: Montañas que miran el cielo-sergio.