domingo, 28 de marzo de 2010

Arte de la oración mental

Las Batuecas es un paraje natural que invita a la contemplación y el silencio. Había llegado a Las Mestas(Las Hurdes) y el autobús que me había traído se alejó rápidamente, siguiendo su ruta. Desde allí, tras un refrigerio obligado, decidí recorrer los kilómetros que me separaban del Monasterio y de mi admirado Carmelita Descalzo. Había llovido y el campo multicolor perfumaba el aire. En aquella época, el camino era de tierra. Andar tenía sus dificultades,pero saber que te rodeaba una soledad absoluta, producía una sensación fuerte y a la vez, maravillosa. El canto de los pajarillos, el atardecer con un sol inmenso que se escondía tras las colinas, los olores penetrantes y la sensación de estar realmente sólo, invitaban a la contemplación. Sabía que el Carmelita Descalzo me esperaba y no deseaba inquietarle con una tardanza producida por la visión de ese paisaje bello y único.
Por fin, llegué al Monasterio y tras llamar, el Hermano portero, simpático y afable,como siempre, abrió la puerta de entrada al monasterio.
Sería instruido, durante unos días, sobre el arte de la oración mental.

Foto: Barbara.

sábado, 6 de marzo de 2010

Amar supera la limitación...


Las limitación la pone usted mismo- dijo en una ocasión el Carmelita Descalzo.
Yo me había quejado ante el Carmelita de mi continuo desaliento sobre aspectos de la vida que no me agradaban.
Como respuesta me indicó que saliera del monasterio y visitara las ruinas de las antiguas ermitas (hoy día, muchas de ellas estupendamente rehabilitadas) buscando la sabiduría de los grandes orantes.
Esa misma tarde me propuse contemplar de pleno la belleza de Batuecas y seguir la sugerencia que se me había dado. Cuando salí por la verja trasera, caía la tarde y el silencio era profundo. La tierra verdeaba fuerza y el sonido del arroyo serenaba mi mente. Durante mi paseo por el bosque me encontré con un camino rural donde una flor brillaba ante un protector de camino, indiferente a la belleza de la misma.
Me vino a la mente palabras que el Carmelita me había repetido una y otra vez, por la mañana:"No se limite por la insensibilidad de otros. Ponga belleza, amor, tolerancia... Sea usted ejemplo, no un crítico. Usted no es superior a aquella persona que yerra continuamente. Por tanto, procure amar, desde su corazón. Actúe de acuerdo con sus convicciones. Usted no arreglará el mundo ni yo tampoco. Por tanto, pongamos lo mejor de nosotros mismos en hacer lo que podamos, pidiendo a la Providencia que nos auxilie en todo momento y que nos haga ser sinceros con aquello que creemos como verdad última".
No sé si fue la serenidad de la tarde, o la compañía invisible de los viejos eremitas, lo cierto es que en ese momento comprendí lo que el Carmelita había querido dar a entender: amar es superar la limitación...

Foto: Sinceridad de lo humilde (Barbara).