Desde tiempos antiguos, el ser humano se ve impulsado a contemplar su entorno para encontrarse consigo mismo.
En la tradición de la China milenaria , hombres y mujeres solían retirarse, por un tiempo, a lugares solitarios para sentir la vivencia del silencio trascendente que transforma.
La contemplación en el silencio invitó a los sabios chinos a contemplar la esencia de las cosas,
a encontrar lo sagrado en cada una de ellas.
Una bella y sugerente pintura, creada por la sutil mano de un maestro/a puede señalar con mejor precisión que las palabras, la importancia de reflexionar y comprender que cada ser humano puede ser un crisol de luz refulgente.